Predestinados

Alguien dijo en una ocasión que todos éramos millonarios, ¿pues cuanto crees que vale cualquiera de tus miembros?, un brazo o uno solo de tus ojos. Creo que no necesitamos sufrir ausencia de algún miembro para entender el valor de los mismos, pagarías lo que fuera por conservar en salud tus miembros. Somos millonarios entonces porque lo que nos fue dado es de extremo valor.  
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Compitió por una estatuilla en la última edición de los premios Oscar, y aunque no ganó goza de mucha fama y simpatía, hablo de la película ¿Quién quiere ser millonario?, título con alusión a un popular programa de concurso de conocimientos, cuyo sistema es que a preguntas más rigurosas lleva al concursante a ganar cada vez más dinero.
El héroe de la película es un joven de un barrio muy pobre de la india, que causa una conmoción en la ciudad porque está a punto de ganar el premio mayor sin siquiera haber pisado un colegio. Simplemente sabe las respuestas porque han sido parte de su vida, las respuestas están circunscritas a recuerdos de su niñez e infancia, entre anécdotas, problemas y eventualidades ¿casuales?.
Su gran fuerza de voluntad lo llevará a entrar a este concurso y hacer todo lo necesario para escapar con el amor de toda su vida, lejos de la hostilidad en la que había andado desde pequeño.
¿Quién quiere ser millonario? Es un drama muy intenso, interesante, bastante entretenido y con un mensaje directo: “El destino está escrito” pero debes ir a buscarlo. Arriesgado mensaje, ¿ser millonario (puedes agregar lo que desees) es el destino de unos cuantos?, ahí caben muchas refutaciones, y es una pregunta que está en el aire, nadie la ha respondido en el mundo. Si escarbamos un poco en ese compendio de libros al que llamamos biblia se desprende sin mucha dificultad de sus pagina que el destino NO está escrito para cada uno de nosotros, solo está escrito para un ente espiritual llamado Iglesia, para ella no solo hay un destino especifico en la eternidad, sino que nos dice la Palabra que será victoriosa en esta tierra y que irá de gloria en gloria, que no tendrá mancha. Entonces ya sabes cómo reconocerla, no son templos, no son congregaciones aunque podría incluirlos. Nos queda buscar todos los días de nuestra vida SER esa Iglesia, la novia que se ha preparado para ser deposada por Cristo. 

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