El diario

“no es esta tierra no / sueño color azul” Profecias - Vox Dei
Creo que la gran mayoría que pasó la secundaria ha escuchado o en el mejor de los casos, ha leído el pequeño libro “El Diario de Ana Frank”, Yo lo hice en secundaria, tercero o cuarto no recuerdo, pero nuestra cultura escolar es leer solamente por cumplir el calendario escolar, aprobar y chau. Sin generalizar, creo en el pasado hemos tenido una pésima formación escolar casi sin motivación y es por eso que pasan desapercibidas la esencia de los libros. Ana refleja en sus líneas una entereza, una fortaleza, un madurar acelerado, una convicción y una creencia envidiable digna de homenaje para su edad 15 años. Podría poner más, pero solo pondré dos párrafos del diario que dejó, escrito en tinta, me lo imagino garabateado, dibujado de acuerdo al tema del día, corrida la tinta por el sudor de sus manos en angustia o una lagrima en la necesidad.
“Y por las noches, cuando acabo mis oraciones pronunciando las pa­labras «Te doy las gracias Dios por todas las cosas buenas, queridas y hermosas», oigo gritos de júbilo dentro de mí, porque pienso en esas «cosas buenas», como nuestro escondite, mi buena salud y todo mi ser, en las cosas queridas, como Peter y esa cosa diminuta y sensible que ninguno de los dos se atreve a nombrar aún, el amor, el futuro, la dicha, y en las cosas hermosas, como el mundo, la Naturaleza y la gran belleza de todas las cosas hermosas juntas. En esos momentos no pienso en la desgracia, sino en todas las cosas bellas que aún quedan. Ahí está gran parte de la diferencia entre mamá y yo. El consejo que ella da para combatir la melanco­lía es: «Piensa en toda la desgracia que hay en el mundo y alégrate de que no te pase a ti.» Mi consejo es: «Sal fuera, a los prados, a la naturaleza y al sol. Sal fuera y trata de reencontrar la felicidad en ti misma y en Dios; piensa en todas las cosas bellas que hay dentro de ti y a tu alrededor, y sé feliz.» En mi opinión, la frase de mamá no tiene validez, porque ¿qué se supone que tienes que hacer cuando esa desgracia sí te pasa? Entonces, estás perdida. Por otra parte, creo que toda desgracia va acompañada de alguna cosa bella, Al no perder esto de vista, volvemos a encontrarnos en Dios y el equilibrio retorna a nosotros. Y el que es feliz puede hacer dichosos a los demás; el que tiene valor y fe, nunca estará su­mido en la desgracia.”

Comentarios

Entradas populares