Ciegos (sordos, mudos) y cojos

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En toda la jornada de posesión de la tierra prometida, una de las últimas ciudades que tomó el pueblo de Israel fue la que a la larga sería la más importante, Jerusalén. No se tomó en los tiempos de Moisés y tampoco en los tiempos de Josué, en el tiempo de los Jueces se permitió la convivencia con algunas tribus enemigas que fueron una carga para Israel, una de ellas fue la de los Jebuseos cuya capital Jebus vino a ser la Jerusalén de David.

Confirmado su reino, David buscó conquistar esta ciudad de los Jebuseos y hacer de Sión su vivienda, los Jebuseos al verse retados y dado que por mucho tiempo habían mantenido la ciudad bajo su dominio, dijeron a David con sorna: “aún los ciegos y los cojos te echarán si intentas entrar aquí”, David había respondido con el mismo estilo diciendo que: “todo el que entre a conquistar la ciudad, hiera a los cojos y ciegos”. Luego de la toma de la ciudad había quedado un proverbio “ni cojo ni ciego entrará a esta ciudad” haciendo referencia a los Jebuseos, ni cojo ni ciego entrará a Sión, la ciudad santa.
De este proverbio se desprende lo que hoy es vigente, en el Reino de los Cielos no puede entrar un ciego espiritual, aquel que no puede ver más allá de la Palabra escrita, del logos, jamás podrá ver la voluntad de Dios para su vida, y lo otro; el cojo, el inconstante, el que un día está en la gloria y al otro descendió al sótano de la duda, el que hoy cree y al otro no, no tendrá parte en la Jerusalén Celestial, que es la Iglesia de Dios. Ya está demás decir que ese Reino es espiritual y está aquí desde que Cristo vino a instaurarlo hace 2000 años.

Pide a Cristo que sane de toda ceguera que te impide acercarte a su Palabra, pide a Dios que sane la cojera para que entres al Reino de los Cielo. 

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