Cuidad de pobres corazones*
Los indignados de redes sociales,
así los denominó la revista Somos haces unas cuantas semanas, y se refieren a
toda la gama de gente que aparece exageradamente indignada por una u otra
cuestión, y se manifiesta en redes sociales. Porque no dejaron entrar al cine a
un joven con chullo, porque le llamaron serrana a una señora en otro cine, porque
un connacional dijo que no le agrada la comida peruana, porque ¿abusaron? de
tal o cual persona, lo triste de esto es que en la mayoría de los casos no se
tiene la información completa sino generalmente solo un twit que rebotó de aquí
allá y bastó la versión de una de las partes y que esta sea comentada en las
redes para que empiece los juicios y lapidaciones a los supuestos perversos, a
los malos de la película.
Este fenómeno parece obedecer a
una urgente necesidad de mostrar algunos atributos propios en nosotros mismo: solidaridad,
nobleza, sensibilidad, no racistas, no discriminadores, justos, de alguna manera
estamos diciendo que nosotros no haríamos eso, porque somos buenitos y tenemos
mucha conciencia.
Bueno, un hombre lo describió
hace muchos años de manera precisa, no hay nada que agregarle ni quitarle, él
pareciera que viviera esta época:
“La Humanidad, descentrada, puesta de espaldas a todas las cualidades
espirituales, desdeñosa de lo estimulante y de lo consolador, y enfrentada con
todos los materialismos perturbadores y entristecedores, ha perdido la
perspicacia de ver dentro de sí, no sabe a que achacar su mal sabor de boca y
se revuelve contra esto y contra aquello, sedienta de venganza y convencida de
que debe de haber “alguien” o “algo” culpable de que ella no se encuentre a
gusto. Esta indignación es para la Humanidad un goce, porque para un miserable
siempre es un placer el poder injuriar. Y la Humanidad recurre a esa
indignación para hacerse la vida soportable.” Enrique Jardiel Poncela
Lo que nos dice Poncela es que
esa exagerada indignación, que muchas veces suele ser más encarnizada y cruel
que el supuesto verdugo, es producto de darle la espalda a nuestras cualidades
espirituales, por eso es abundante y manifiesta, porque el hombre ha dado la
espalda a Dios, a su Palabra y a sus principios para crear sus propias formas
de justicia.
Es una lástima.
* A propósito de una antigua canción de Fito
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