Una temporada en el Infierno

“Una noche, me senté a la Belleza en las rodillas. — Y la hallé amarga. — Y la insulté”. Arthur Rimbaud
Arthur Rimbaud es el famoso poeta francés que alborotó el mundo con su arte y los escandalos. Precoz escritor, inclinado desde muy joven al arte, a la observación; rebelde. Renegado de lo impuesto, de la falsa fascinación por el arte, de la hipocresía de las escuelas de su tiempo, de las poses, de las formas… ¡todo es absurdo!, Banal, predecible dijo el poeta, muchos lo tacharon por su comportamiento pero no podían tachar lo que emanaba de él cuando escribía. A esa búsqueda de lo verdadero, a ese escape de lo impuesto lo llamó el Una temporada en el infierno, en ese tiempo probó todo para hallarse, dinero, escritos, sexo y promiscuidad, estatus etc., pero nada lo llenó, creyó escapar del mundo que lo rodeaba y de todo lo impuesto viajando a otro continente, buscando algo totalmente opuesto el éxito alcanzado sin esfuerzo, más una enfermedad lo redujo y lo llevó a la muerte aún muy joven. Salomón, hijo del Rey David había pedido sabiduría a Dios, Dios se la concedió como un don que supo aprovechar para llevar adelante un pueblo numeroso y rebelde, pero la sabiduría conlleva otra carga, la de ser sensible a todo los que nos rodea a tener conciencia de que TODO afán del hombre carece de sentido. Salomón es descrito en la Biblia como el Rey más lujoso, el que tuvo más posesiones, todo lo tuvo pero dedicó parte de su vida a esa búsqueda por llenar el vacio. Consideró inútil el vivir.
“aborrecí por tanto la vida porque la obra que se hace debajo del sol me era fatigosa, por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu” Ecle 2:17
Salomón al igual que Rimbaud emprendió esa búsqueda del sentido y tuvo todo para navegar en lo que le ofrecía el mundo, probarlo y dejarlo sabiendo que NO llenaría el vacio, su posición y sabiduría le dio tiempo para sumergirse en las mismas cosas que el poeta, pero salió bien librado. Salomón concluye así el hermoso libro Eclesiastes. Dios es el TODO del hombre.
Volvió Salomón al inicio, lo que su padre David le había dejado, lo más importante que podemos hallar en esta corta vida es el conocimiento de Dios y léase conocimiento como intimidad.
Ahora, ¿todos debemos embarcarnos en esa búsqueda?. NO, un hombre hace dos mil años peleó una batalla espiritual que todavía no hemos terminado de entender, ese hombre nos ahorró la búsqueda, la lucha con lo que nos rodea, de la que con muy pocas probabilidades podemos salir airosos como Salomón a nuestras fuerzas, Jesucristo nos ha dejado una victoria en espíritu que aún no hemos terminado de digerir y tomarla.
“YO he vencido al mundo” Jesucristo – Juan 16:33

Comentarios

BLOG dijo…
Hola amigo, solo para decirte que este post esta muy bueno, muy interesante me identifico incluso, mas que nada en esa busqueda, que al parecer se vuelve infinita.
Felicitaciones por el Post!
Buen comentario este... creo que nuestra búsqueda ahora, como dices, no debe ser la que hiciera Salomón, sino eso que marcas de "conocer a Jesús", entendiéndolo como intimidad con Él... Siempre he pensado eso. Muy bueno.

Saludos
Pues la temporada en el infierno es vivir en amèrica latina en el sigo XX o XXI, ja.

A difewrencia tuya, yo considero que esa bùsqueda de la sabidurìa es un camino que recorre cada persona "nadie aprende en pellejo ajeno`" decìa mi abuela sin interès de negar el estudio ni la historia y yo le creo...

La temporada en el infiermp que buscaron mis sagrados poetas malditos: Rilke, Rimbaud, Boudelaire y Withman; para mì significan la bùsqueda de lo verdaderamente humano.
Leyendo con mas calma (y placer)tu blog encuentro que ideològicamente estamos muy distantes y recordè a F. Nietzche cuando hablò de "dos instintos humanos: el apolìneo y el dionisiaco".

El espìritu apolìneo es la consagraciòn a la divinidad, en creer que la humanidad no està en este mundo sino en una escencia pura hemanada de un creador del universo, al que se debe regresar. El instinto apolìneo està asociado al instinto religioso del ser humano.

Pero yo vivo por el lado del instinto dionisiaco (Diosio o Baco era al tiempo diso del vino y del teatro) en honor a él se hacìan justamente las fiestas dionisiacas (y las bacanales) donde se afirmaba esa otra expresiòn humana que a mì me seducer tanto: la carne, el vino, la fiesta, el pedo, la pachanga.

Yo me he buscado algo de instinto apolìneo, pero no me lo he encontrado ni en los mal altos niveles de la estètica.

En sìntesis, Josè, caminamos por sendas diferentes para afirmar lo mismo: el ser humano.

Enhorabuena.

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